El grup del Medicament y los pagos de la industria

Llevábamos meses sin publicar en nuestro blog, y esta entrada ofrece una explicación a nuestros queridos lectores: El Grup del Medicament de la SOVAMFIC ha sufrido una crisis. Los motivos han sido diversos, pero sin duda el recambio generacional ha sido decisivo, ya que una gran parte de los miembros fundadores del Grup, con el paso del tiempo ,han ido jubilándose o simplemente distanciándose. La sacudida de la COVID puede que también haya influido, al haber dedicado demasiado tiempo a practicar una medicina que podríamos denominar “de supervivencia”, en la cual quedaba poco margen para determinadas veleidades científicas, como es formar parte de un grupo de trabajo. Quizás también la velocidad compulsiva de compartir y consumir información en la que nos vemos inmersa, la dificultad de “vernos” en persona, sustituida por scrolls del whatsapp,…

No obstante, las crisis se superan, se asimilan, y se reposan, para renacen con más fuerza incidiendo precisamente en los puntos fuertes que unen a este grupo de personas que formamos el Grup. Agradecer el trabajo, el esfuerzo y los buenos momentos, de los miembros que ya no están en el Grup, y por supuesto, a los que seguimos en él, a las nuevas incorporaciones, y a ese espíritu curioso, independiente y comprometido que caracteriza al propio Grup del Medicament.

Y en esa línea, queremos revivir el blog con una entrada que quizás escueza, te abra los ojos, o simplemente te haga reflexionar: las transferencias de valor que se reciben por parte de la industria farmacéutica (IF), a propósito de un artículo publicado recientemente en la revista BMJ en el cual se aborda la declaración pública de los pagos de la industria a los sanitarios de Nueva Zelanda.

En este artículo se repasa la iniciativa de Nueva Zelanda (NZ), que hizo público su primer informe en 2022, con las siguientes características:

  • La declaración no es obligatoria para la IF, solo voluntaria.
  • Solo están comprometidos los laboratorios que operan en NZ y que además sean miembros de la Medicine New Zealand, la asociación de empresas farmacéuticas que operan en el país. Presentaron declaración 11 de las 16 empresas asociadas.
  • El 90% de los receptores de estos pagos fueron médicos.
  • Los sanitarios de los receptores de estas ayudas pueden decidir que sus datos no aparezcan en esta base de datos públicas.
  • No incluye los pagos por las bebidas ni la comidas, ni por la investigación.
  • Los datos de las donaciones no están agregadas en una única base de datos, sino que cada laboratorio publica su propio listado.
  • Se publican en un formato variable, lo cual dificulta el poder realizar búsquedas individuales y hacer cálculos agregados por médico o institución receptora.

El artículo compara los resultados de las iniciativas de NZ con otras iniciativas similares en Australia, Canadá, Irlanda, Gran Bretaña (GB) o los Estados Unidos. Los autores del artículo celebran la iniciativa de NZ, pero la consideran totalmente insuficiente, como a la mayoría de las iniciativas estudiadas, salvo la de EE.UU. , la denominada “sunshine act”.

Revisamos el caso de GB – por su proximidad a nuestro sistema de salud- en el cual las empresas farmacéuticas sí están obligadas a efectuar la declaración en una base de datos centralizada (Disclosure UK) dependiente de la Asociación Británica de la Industria Farmacéutica Británica (BFPA).  En esta base de datos se incluyen los pagos a sanitarios, organizaciones sanitarias, asociaciones ciudadanas y población general, aunque los sanitarios pueden optar a que sus datos se excluyan, además de que no se incluyen los pagos por comida, bebida e investigación, y por último los datos se presentan con escaso detalle lo que dificulta la realización de búsquedas.

El año pasado se anunció un plan para reformar esta base de datos de tal modo que la declaración sea obligatoria tanto para los donantes, como para los receptores y que la base de datos permita realizar búsquedas detalladas.

El caso español no brilla especialmente por su transparencia, ya que se parte del principio de la autorregulación basada en el “Código de Buenas Prácticas de la Industria farmacéutica”. Además, en España no se publican los pagos en una única base de datos, sino que cada laboratorio publica sus propios datos en un apartado denominado “Transferencias de valor”, en ocasiones con formato variable, frecuentemente en formato PDF, sin posibilidad de hacer búsquedas desagregadas ni calcular la cantidad que un determinado médico o institución ha recibido en un determinado período de tiempo de la industria. A modo de ejemplo, el documento de Novonordisk correspondiente al ejercicio de 2022 contiene 144 páginas ordenadas por apellido, o el de Novartis del mismo año, con 421 páginas ordenadas solo parcialmente por provincias pero no por nombre mi apellidos, lo cual hace que revisar estas publicaciones sea una tarea casi imposible.

No obstante, se conocen algunos datos, por ejemplo, según los datos publicados por la propia Farmaindustria en 2022 la IF española gastó 667 millones de euros en “transferencias de valor” a los sanitarios españoles, lo cual supone un incremento del 13,8% respecto al año anterior.

En un estudio publicado en 2023 por el portal “Asociación por el Acceso Justo a los Medicamentos” se analizaban las transferencias de valor de la IF en 2022 en España publicadas por Farmaindustria se constató que 18 multinacionales pagaron a 91.451 profesionales sanitarios una media de 1.128 euros y a 5.449 organizaciones sanitarias una media de 27.022 euros. En el caso de las transferencias de valor a las sociedades científicas se comprueba que la que más dinero recibió en 2022 es la SEIMC (Sociedad Española de Enfermedades Infecciosa) con 4,2 millones, mientras que nuestra SEMFYC figura en la mitad inferior de la tabla, habiendo recibido en 2022 0,85 millones, casi la mitad que la SEMERGEN, con 1,5 millones de euros.

Estos datos hablan por sí solos de la amplia penetración de la IF en la vida cotidiana de la medicina y la sanidad española. La reflexión es clara: nadie invierte tal cantidad de dinero por nada, ni por altruismo, ni por “colaborar”, ni por “complementar” o atender “una carencia del sistema sanitario” (público o privado), sino porque simplemente se trata de inversión con un alto retorno financiero.

El caso de la base de datos de los EE.UU., la  OpenPaymentsData.cms.gov, es sin duda la más avanzada, completa y transparente. Con motivos de la aprobación de la Sunshine Act en 2010 (su ley de transparencia) todos los pagos de la industria farmacéutica y productos sanitarios debe ser declarada de forma obligatoria en esta base de datos de forma desagregada, incluye todo tipo de pagos y los receptores de estos pagos (médicos, asistentes médicos, enfermeras, matronas, instituciones…) no pueden optar a que sus datos no se hagan públicos. Se trata pues de un base de datos centralizada con grandes posibilidades de explotación ya que permite hacer búsquedas muy sofisticadas por año, por concepto, laboratorio, médico, especialidad, o institución.

Por ejemplo, en un reciente estudio publicado en la revista JAMA,  se analizaban los pagos realizados a médico de los EE.UU. durante el período 2013 a 2022 por especialidad y producto relacionado. La cantidad total fue de 12.100 millones de dólares (una media de 1.200 millones de dólares al año). Más de la mitad de los médicos americanos, recibieron algún tipo de pago, variando notablemente entre especialidades, siendo los traumatólogos, neurólogos y psiquiatras. por orden, los que más dinero recibieron. Solo un pequeño número de médicos recibió grandes sumas de dinero, que en ocasiones pasó del millón de dólares, pero la inmensa mayoría recibió cantidades moderadas, del orden del centenar de dólares. Los medicamentos relacionados con mayor peso con los pagos fueron Xarelto®, Eliquis® y Humira®.

Como acertadamente argumentaba Juan Simó hace unos años en su blog Salud y Dinero, la inmensa mayoría de los médicos son en realidad solo comparsas de los grandes receptores de dinero de la industria, ya que la mayor parte de este dinero acaba en unas pocas manos. No es necesario recordar cuales son estos grandes receptores, en general los que se denominan los líderes claves de opinión (KOL en inglés), en los cuales el esfuerzo inversor consigue una alta rentabilidad a través del prestigio de estos líderes, y de su permanente presencia pública en los medios de comunicación generales, pero también, y sobre todo, por su continua participación en congresos, ponencias, curso de formación, posicionamientos y declaraciones de sociedades científicas o comités institucionales, etc.…

Ahora bien, el que el esfuerzo inversor se concentre en un número limitado de médicos no quiere decir que los “micropagos” al resto de los mortales sea irrelevante o intrascendente. No debemos olvidar que hay una relación directa entre la interacción con la industria, y el coste o la calidad de la prescripción, aunque en general se tiende a considerar que influye en los demás, pero no a uno mismo. En el caso de los médicos de familia tenemos un cupo de pacientes de unos 1.300-1.500 sobre los cuales podemos influir directa o indirectamente, consciente o inconscientemente, y a veces se tiene residentes o se preparan sesiones en nuestro micromundo, nuestro centro de salud o servicio.

Reflexión final

Tal como se ha podido constatar, el coste económico de la relación con la industria farmacéutica está cuantificado y resulta relativamente ínfimo, para el poder adquisitivo medio de un médico español, ya que las transferencias de valor medias por médico no suelen ir mucho más allá de los 1.000 -2.000 euros al año (que te paguen una inscripción a un congreso, hotel y desplazamiento).

Se debe reconocer que la relación con la industria va más mucho allá del coste económico, sintiendo parte de los médicos que es una forma de percibir que hay “ alguien” que si se preocupa por mí, me halaga y me ayuda a formarme.

Por otro lado, sin la interacción con la industria muchas sociedades científicas no podrían mantenerse, salvo que aumentaran considerablemente las cuotas u organizasen otro tipo de eventos. De igual manera, muchas asociaciones de pacientes simplemente no existirían, y serían muchas las iniciativas de la propia administración sanitaria que no se podrían realizar. En general no ocurriría nada importante si se evitara este tipo de interacción, ya que cada persona o institución acabaría organizando y pagando aquello que realmente considerara que fuera relevante, y mereciera ser costeado con fondos propios.

Por último, se debe insistir en que aumentar la transparencia no evita la  relación actual forjada a lo largo de muchos años con la industria.

Cabe preguntarnos…¿Se podría hacer todo de otra manera? El cambio se produce con la acción.

Grup del Medicament

Design a site like this with WordPress.com
Per començar